lunes, 3 de mayo de 2010

LOS HUICHOLES

ESPACIO SAGRADO: CREACIÓN DE CADA SER HUMANO
Desde la llegada de los españoles, nuestro proyecto de nación mantuvo el firme propósito de eliminar casi por completo de la conciencia colectiva nuestras raíces indígenas. Al convertirnos en sociedades colonizadas, importamos esquemas occidentales que introdujeron nuevos sistemas de valores y creencias.
Los huicholes se encuentran entre los grupos indígenas que supieron conservar su cultura milenaria y la distancia geográfica de las ciudades les ha permitido salvarse de los patrones de vida urbanos que hemos desarrollado en los últimos 500 años.
Hay linajes familiares que cuidan la tradición y como en todas las sociedades existen diferencias. Culturas tan antiguas como ésta, han ido introduciendo usos sociales que han nacido debido a las circunstancias. Como ejemplo, la poligamia masculina: los hombres pueden tener tantas mujeres como alcancen a cuidar. Este es un uso que se da por el desequilibrio entre la población femenina y masculina y se dice que entre ellos siempre ha sido así. Cada hombre tiene dos, tres, cuatro y hasta cinco mujeres y esto es porque cada familia debe tener una casa y una milpa para su seguro sustento. Otro particular fenómeno es el bajo índice de natalidad, pues a diferencia de los mayas que hace quince años todavía procreaban por pareja un promedio de ocho hijos, los huicholes pocas veces tienen más de cuatro.
Esta cultura que se conservó casi intocada hasta el siglo XX, de forma paulatina empezó recibir la influencia del mundo exterior. La educación pública entró con sus escuelas trayendo cambios. Si este esfuerzo se enfocara de otra forma tendría resultados más a corto plazo. Ellos necesitan cooperativas de trabajo que autoabastezcan sus propias comunidades y que enriquezcan su alimentación pues aún viven de la agricultura y se nutren casi únicamente de lo que siembran, cazan y recolectan.
Dentro de su visión material y espiritual , ganaron mucho al no haberse contaminado con el mundo de la televisión, por ejemplo, que está haciendo perder la identidad a las nuevas generaciones. Los niños y jóvenes de la ciudad, viven a través de ella y huicholes ancianos que afortunadamente nos han dejado escuchar sus palabras reconocen el peligro: "En cuanto llegue la televisión a la Sierra, se acabó todo".
Por desgracia esto sucederá muy pronto, pues el gobierno se ha propuesto electrificar las comunidades y desgraciadamente es uno de tantos proyectos acordados en un escritorio, por gente que desconoce sus necesidades reales.
Lo que realmente nuestra sociedad podría vislumbrar y tomar como lección, es que hemos llegado a un punto en el que los excesos nos están acercando a la destrucción de nuestro entorno, por el consumo desmedido y el total desconocimiento del concepto de autolimitación. Y es aquí en donde entran los huicholes, que han sabido preservar por miles de años su forma de vida en estrecho contacto con la naturaleza, la observancia de sus rituales y el respeto a su teocracia. El chamanismo, la existencia de una realidad con otros límites, no entra en los mismos parámetros de conciencia de una mente occidental.
Somos un país de grandes contrastes, en el que la miseria y la opulencia conviven en total desequilibrio, un país en el que unos carecen de lo más indispensable, mientras otros acumulan grandes riquezas.
La competencia en esta carrera por alcanzar mayor confort y mayor cantidad de bienes de consumo, mide la felicidad de una familia, aunque carezca por completo de cosas más importantes como el tiempo de convivencia, conciencia de la calidad en la alimentación, el contacto con la naturaleza, con el sol y con el cielo. Y lo más relevante es que no olvidemos que de allá venimos y que si hemos ganado en la vía del conocimiento científico, de los avances en la tecnología de punta y de la medicina, hemos perdido el contacto con el espíritu y con nuestras raíces.

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